lunes, 14 de enero de 2008

El sentir de los sentidos




La luz hermosa que tú creas, o que tú recluyes en pinturas por aquello que te rodeó y apreciaste, fue la luz como calor y la sombra como cobijo. Contrastes de colores, contrastes armoniosos de luces y sombras, de fresco y calor, de rosas y ninfeas. Dame esa tranquilidad del campo verde, de la música salvaje, del olor a tierra húmeda. Un sorbo de agua fresca. El sentir la hierba áspera en mi mano. El crujir de una manzana dulce. Un paseo lento. Una risa cómplice. Un suspiro de calma que aborde todo lo sentido.

No hay nada más hermoso que lo natural en esos instantes en los que todo elemento te invita a formar parte de la belleza, a contemplarla, a deleitarla y a sentirla volando y flotando, en la quietud y en el movimiento, en el sonido del aire y en el silencio de la tierra, todo te invita a formar parte de un todo unido en la más perfecta armonía. Como cuando una ráfaga de viento agita las ramas de un árbol, y las ramas agitan las hojas y las hojas en movimiento pintan sus reflejos de luces en la hierba, en mi vestido y en tu rostro. Luz y movimiento. Y en ese instante donde toda luz es dinámica, un momento de quietud. Después, una brisa fresca, agradecida y tenue. Todo pertenece ya al aire luminoso y a esa tarde espléndida.







Quise saber lo que veías en cada hoja y en todas a la vez, como observabas los recodos de sombra y los tramos de luz unidos y a parte, como te cercioraste de que sin uno no puede ser ni el uno ni el otro. En las tardes soleadas como esta puedo observar las hojas en conjunto, y a la vez como en cada una de ellas baña su piel el sol reflejado. Y en un momento de brisa observo las hojas y como el sol las baña y el viento las empuja, y miro su movimiento, y me dan la sensación como si bailaran. Bailan juntas! El árbol saluda. No es el azar, hay un orden. El viento es música y ellas lo acompañan. Hay algo más detrás de lo primero que nuestros sentidos perciben. ¿Es eso?
Quizás sea la mayor perfección que el hombre pueda degustar, y es cerca de ella, entre luces y sombras bajo un árbol, entre flores de colores, olores de flores, cuando la sensualidad alcanza su sublimidad, cuando un beso crea pasión más que en cualquier otro lugar o momento, cuando y donde las sonrisas más hermosas se dan. Todo está en su lugar en el instante preciso. Todo está hecho para ello. Perfecto.

Si me imagino El Paraíso pienso en tus lienzos, vislumbro tus caminos de colores, tus estanques de nenúfares, tus campos rojos aterciopelados, el mar con el cielo en él, las rosas, los robles. Las sombras oscuras y los recodos de sol. El blanco impoluto, el azul divino. El verde, el rojo, el violeta.

Tú unes belleza, color, luz. El momento fugaz y preciso. Pones todos tus sentidos en sentir y observar, para que nosotros podamos percibir todos ellos por un único sentido. El olor delicioso de esas flores… Es lo único que se le pudo escapar a tu pincel, Monet.

2 comentarios:

Desastrosa dijo...

Yo aprendí a pintar con Monet... A través de sus obras, pero hasta el punto de creerle un poco parte de mí. Al final le olvidé un poco, todo en exceso dicen que es malo, pero has hecho que me acuerde.
Preciosa (y cierta) la última frase.

Anónimo dijo...

No te conozco de nada, soy una extraña en tu vida y aun así tus textos muchas veces son mi espejo, me reflejo en ellos como en el agua cristalina...
Besitos